Podríamos definir la alegría como una emoción expansiva que se manifiesta en forma de una energía cálida y nos impulsa a compartir esta calidez con el otro.
No es una emoción estática, sino que es dinámica. No podemos pretender estar siempre alegres, porque no es realista.
La alegría bien integrada nos va a ayudar a relacionarnos con los otros de una manera sana, siendo capaz de verlos y respetarlos. Por ejemplo, un día estamos pletóricamente alegres, y nos encontramos con alguien y nos vienen unas ganas locas de abrazarlo bien fuerte, pero este solo nos da la mano; debemos ser capaces de sostener ese apretón de manos con la misma alegría con la que querríamos darle un abrazo.
La serenidad es lo que nos ayuda a gestionar la alegría de forma sana, ya que evita que nos vayamos al otro extremo: la euforia o el aislamiento total. Si nos aislamos tal y como lo hacemos cuando estamos tristes, seremos incapaces de compartir con el otro la alegría. Y si vamos hacia a la euforia arrasamos al otro, ya no lo vemos y le imponemos nuestra necesidad de compartir.
La alegría es una emoción que nos da mucha luz, energía y vitalidad. Y se puede manifestar como ternura, erotismo o curiosidad.
Y para ti, ¿qué es la alegría? ¿Me lo cuentas con algún ejemplo?

¿Necesitas ayuda?
Venga, escríbeme y reserva tu hora.
Y yo, te acompaño a vivir tu vida con mayor conexión y plenitud, siendo TÚ la persona protagonista de tu vida.