Aunque la rabia es una de las emociones que tiene “mala fama” recordemos que no hay emociones buenas o malas ya que todas tienen una función vital.
Puede ser tapada por otra emoción, por ejemplo, por la tristeza. En terapia individual, podemos llegar a reconocer que en realidad no es tristeza lo que tenemos, si no rabia.
La rabia nos sirve para pasar a la acción con determinación, como por ejemplo apartarnos del otro o poner límites cuando ya no queremos más contacto con el otro. Eso no quiere decir que nos queramos apartar para siempre, si no que en ese momento sentimos esa necesidad.
¿Y cómo la podemos gestionar?
Pues siendo conscientes de aquello que nos molesta y nos causa frustración en algún momento. Si nos damos cuenta y aceptamos que hay algo que nos molesta, podremos gestionarlo, pero si no queremos darnos cuenta seguiremos enganchados a la rabia y lo pagaremos con los otros o con nosotros mismos.
No debemos confundir rabia con odio. La rabia no es una energía destructiva, el odio sí. De ahí que, si no la tenemos bien integrada, se nos pueda ver como una persona agresiva.
A nivel corporal la rabia se manifiesta con exceso de calor, ansiedad, mal humor, dificultad para conciliar el sueño, mucha hambre, retención de líquidos, exceso de peso, estreñimientos… En ocasiones puede pasar que no somos conscientes de nuestra propia rabia y el cuerpo nos lo muestra con estos posibles síntomas.
¿Te apetece explorar por la rabia?

¿Necesitas ayuda?
Venga, escríbeme y reserva tu hora.
Y yo, te acompaño a vivir tu vida con mayor conexión y plenitud, siendo TÚ la persona protagonista de tu vida.